18 noviembre 2008

Una oportunidad para la izquierda




Una oportunidad para la izquierda.-

Carlos Carnicero


Todavía no hay un diagnóstico preciso de la crisis económica. Los economistas más confiables citan la gran depresión que empezó con el pánico bursátil de 1.929 como referencia más próxima de lo que está ocurriendo. El sistema financiero se hunde por sus propios excesos. Es un enfermo agotado porque ha digerido demasiados beneficios sin calcular los riesgos. Hay muchas lecturas de lo ocurrido.

Dependen, fundamentalmente, del espacio ideológico desde donde se practican. Pero la realidad indiscutible de que el mercado necesita controles se está imponiendo. Las primeras reacciones positivas se han producido cuando el estado ha irrumpido en la economía de mercado. ¿Quién iba a pensar hace sólo unos meses que la banca privada del Reino Unido iba a reclamar un proceso de nacionalización?

Lo cierto es que ha quedado desacreditado el dogma de que el mercado, por sí mismo y en la globalización, tenía sus propias vigilancias, al margen de los poderes políticos, para autorregularse de una manera responsable. Estamos asistiendo a lo que se convertirá en un formidable debate ideológico que revisará los axiomas establecidos con la caída del Muro de Berlín y el derrumbe del socialismo soviético. El estado recupera el prestigio perdido.

Ronald Reegan y Margaret Tacher consiguieron imponer el credo neoliberal y desacreditar los restos del naufragio de la izquierda. La socialdemocracia tuvo éxito después de la segunda guerra mundial en parte como baluarte de defensa contra la extensión del comunismo. La URSS fue determinante en la victoria de la gran guerra y se expandió hacia el oeste amenazando el corazón de Europa. Había que poner barreras a la prolongación de su influencia en las democracias occidentales. El capitalismo tuvo que aceptar algunas concesiones. Incluso la doctrina social de la Iglesia Católica era una respuesta progresista para detener el avance del comunismo.

Desaparecida la amenaza, las concesiones se hicieron innecesarias y se produjo un enorme movimiento reaccionario en el que el dinero y el beneficio justificaban cualquier apuesta. La Iglesia revertió los avances del Concilio Vaticano II porque el Papa polaco había conseguido vencer al comunismo. Ya no era necesario ofertar disimulos.

Los ejecutivos sustituyeron a la propiedad en las empresas, dictaron sus propias normas y se apropiaron de los beneficios mediante sueldos escandalosos y bonificaciones que primaban el riesgo. Si las cosas salían mal, entonces salían por la puerta de atrás con las carteras llenas por los blindajes económicos que ellos mismos habían establecido. Su consigna para los demás fue siempre moderación salarial. Ellos eran la excepción de la regla. Eran los elegidos. La casta de los intocables en la economía de mercado. Ahora celebran las quiebras que les han permitido retirarse millonarios.

Han sido años muy duros para una izquierda desorientada. La globalización, como fenómeno imparable de conexión de mercados y capitales a escala planetaria, ha trabajado a favor del credo liberal. Si desaparecían los estados como contenedores precisos de la actividad económica, la autoridad política también se difuminaba. Las fronteras desaparecieron excepto para buscar paraísos fiscales y tener a mano la deslocalización como amenaza para abaratar los costes y los salarios.

Todo se ha caído como un inmenso castillo de naipes. Ahora quienes impedían al estado cualquier regulación se han hecho socialistas. Pero sólo durante el periodo de tiempo imprescindible para salvar el mercado. Y como instrumento para recuperar el control cuando los destrozos sean reparados por los estados con el dinero de los contribuyentes.

Lo ocurrido representa una excelente oportunidad para la izquierda de todo el mundo. No se trata de ejecutar una revancha sino de volver al equilibrio entre la iniciativa privada y la regulación del estado. Recuperar el papel del estado como elemento redistribuidor de la riqueza, requilibrador de las diferencias y motor de un crecimiento razonable que no ponga en riesgo el sistema.

La izquierda necesita rearmarse ideológicamente y renovar los principios de la socialdemocracia. Recuperar la política impositiva como el factor de equilibrio entre los que más ganan y los que menos tienen. Pero esta ofensiva no puede esperar a que los mercados estén tranquilos porque el poder mediático y político de los planteamientos neoliberales pretenderán que lo ocurrido sólo ha sido una purga imprescindible para que el sistema siga creciendo. Hace falta un liderazgo político e intelectual que deje claro que la ayuda del estado es condicional y se aplica sólo para que las cosas vuelvan a ser diferentes.



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1 comentario:

ARITA MITTEENN dijo...

Hola Preciosa

Gracias por poner un articulo sobre la música que hago en tu blog, me gustaria enviarte una canción que se titula Dueña de mi Tiempo, pero no he visto ningun correo donde te la pueda enviar.

Mi correo es arita.mitteenn@gmail.com
Besos y gracias nuevamente