17 noviembre 2008

PERFIL DE BARACK OBAMA.Un sueño hecho realidad .



Barack Obama escribió un renglón de la historia al resultar elegido en las urnas el primer presidente negro de Estados Unidos y hacer realidad así el sueño del líder de los derechos civiles Martin Luther King.

"Sueño con que mis cuatro hijos vivan un día en un país donde no se les juzgue por el color de su piel", dijo hace 45 años King en un EEUU muy distinto, en el que la posibilidad de que un negro llegara a la Casa Blanca parecía imposible de alcanzar.
El senador demócrata por Illinois, de 47 años, famoso por su temple calmado, del que ha hecho gala una y otra vez durante su larga campaña hacia la Presidencia, encarna como nadie el sueño de reconciliación en un país con profundas heridas raciales.
Su talante conciliador quedó de manifiesto durante la convención nacional del Partido Demócrata en Boston, en 2004.
"No hay un EEUU blanco y un EEUU negro, sino los Estados Unidos de América", dijo entonces, en un discurso esperanzador que lo catapultó a la esfera política nacional.
La historia del candidato presidencial demócrata es, como él bien dice, "poco convencional".
Nacido en 1961 en Hawai, es hijo de Stanley Ann Dunham, una antropóloga nacida en Kansas, y de Barack Obama Sr., un economista keniano educado en Harvard, ambos ya fallecidos.
El matrimonio se separó cuando él tenía dos años y sólo vería a su padre una vez más durante una visita de éste a EEUU.
Su madre volvió a contraer matrimonio con Lolo Soetoro-Ng, un ciudadano de Indonesia, donde Obama pasó varios años de su infancia antes de regresar a Hawai a los diez años para vivir con sus abuelos maternos y tener acceso así a una mejor educación.
Su abuela, Madelyn Dunham, que falleció el lunes en Hawai a los 86 años debido a un cáncer, fue una de las presencias más importantes de su vida, la mujer que, según él dice, se sacrificó por él una y otra vez y quien lo quiso "más que a nada en el mundo".
Pese a que sus abuelos lo criaron en un ambiente estable, Obama sufrió una fuerte crisis de identidad durante su adolescencia, que estuvo marcada no sólo por una destacada trayectoria escolar, sino también por años de rebeldía y escarceos con las drogas.
A esos años le siguió una selecta formación en las universidades de Columbia y Harvard, una etapa como profesor y defensor de los derechos civiles en Chicago, su elección como senador estatal y su desembarco como senador en Washington en 2004.
Ayudado por su carisma, se granjeó una popularidad similar a la de una estrella del rock que lo ayudó a atraer a sus mítines a decenas de miles de personas.
Sus rivales políticos trataron de utilizar sin éxito ese poder para arrastrar a las masas para presentarlo como una simple "celebridad" con mucha facilidad de palabra y escasa preparación para los desafíos del poder.
El autorretrato que él mismo perfiló durante los largos meses de campaña proyectó una imagen bien distinta: la del paladín del cambio en un país que lo pide a gritos y defensor de una clase media venida a menos durante la impopular presidencia de George W. Bush.

Los observadores mencionan con frecuencia que el secreto de su éxito obedece a un arma rudimentaria: el poder de la palabra.
Obama asegura no haberse percatado de su poder dialéctico hasta que participó en una marcha contra la segregación racial en la universidad y descubrió que había captado la atención de los asistentes tras empezar a hablar.
"Los congregados se quedaron callados y me miraban", recuerda en "Dreams from my father".
Su carrera política arrancó, curiosamente, con discursos que no conectaban bien con el público y en los que abundaban los detalles sobre sus programas.
No sería hasta 2004, durante su campaña al Senado, cuando introdujo los elementos de "esperanza, cambio y futuro" que tiñen la entusiasta retórica que tan buenos resultados le ha dado.

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