18 noviembre 2008

Mujeres en Afganistán



El gobierno de Afganistán, ha declarado la guerra a las mujeres. Desde que los talibanes ascendieron al poder, las mujeres han tenido que usar el Burka y han sido golpeadas y apedreadas en público por no llevar el atuendo adecuado, aunque esto signifique sencillamente no usar el velo que debe cubrir sus ojos.
Una mujer fue linchada por una multitud de fundamentalistas por haber expuesto accidentalmente su brazo.
Otra fue apedreada y muerta por tratar de salir del pais con un hombre que no era su pariente.
No se permite trabajar a las mujeres y ni siquiera se les deja salir a la calle sin ir acompañadas por un pariente masculino.
Mujeres profesionistas, como doctoras, abogadas,artistas y escritoras, han sido expulsadas de sus trabajos y refundidas en sus casas. Los hogares en los que hay una mujer presente deben tener sus ventanas pintadas de tal manera que no pueda ser vista por los pasantes.Las mujeres deben usar zapatos silenciosos para no ser oídas. Las mujeres viven en riesgo permanente de perder la vida por la falta más insignificante. Al no poder trabajar, las que no cuentan con parientes hombres o maridos se mueren de hambre o acaban como mendigas, aun contando con doctorados. La depresión es un mal tan extendido que ha llegado a niveles de emergencia. En una sociedad islámica tan extremista, no hay manera de conocer el índice de suicidios con certidumbre, pero los trabajadores sociales estiman que ha aumentado significativamente el índice de suicidio entre mujeres que no tienen acceso a medicamentos y tratamiento adecuados para depresión severa y prefieren quitarse la vida antes que vivir en tales condiciones.
Prácticamente no existen instalaciones médicas para mujeres. En uno de los escasos hospitales para mujeres, un reportero encontró en las camas cuerpos inmóviles, casi sin vida, envueltos en sus burkas, que se negaban a hablar, a comer o a hacer nada, sencillamente se estaban dejando morir. Otras se habían vuelto locas y se hallaban en los rincones meciéndose o llorando sin descanso; casi todas víctimas de un intenso miedo. Un médico está contemplando dejar a estas mujeres frente a la casa del presidente cuando se acaben los pocos medicamentos existentes, como una forma de protesta. La situación ha alcanzado un punto en el que el término "violación de derechos humanos" es redundante. Sus maridos tienen poder de decisión sobre su vida o su muerte, especialmente sus esposas, pero una multitud rabiosa tiene igual derecho a apedrear o golpear a una mujer al grado, incluso, de causarle la muerte, por haber expuesto unos centímetros de su carne o por haberlos ofendido de la manera más insignificante. Las mujeres tuvieron una libertad relativa para trabajar, para vestir más o menos a su gusto y aparecer solas en público hasta 1996. La rapidez de esta transición es la principal causa de la depresión y los suicidios; mujeres que fueron educadoras o médicas, o simplemente estaban acostumbradas a libertades humanas elementales ahora enfrentan severas restricciones y son tratadas como subhumanas en nombre del fundamentalismo islámico de derecha. Es algo que no pertenece a su tradición ni a su 'cultura', sino que es ajeno a ellas, y es un extremismo aún en aquellas culturas en las que reina el fundamentalismo. Todo individuo tiene derecho a una existencia tolerablemente humana, aun las mujeres de un país musulmán.
Los ciudadanos del mundo tienen derecho a manifestar una indignación pacífica ante la opresión, el asesinato e injusticia que se cometen en contra de las mujeres por parte del Talibán.

Es INACEPTABLE que las mujeres sean tratadas como subhumanas y como propiedad de alguien. La igualdad y el respeto humano son un DERECHO, no una opción, habite ya sea en Afganistán o en cualquier otra parte del mundo.

La reportera británica Saira Shah escondió una cámara para filmar la vida ordinaria de los afganos bajo el régimen del Talibán.


"Tuve que usar una burka, que es como un gran mantel y cubre absolutamente todo el cuerpo", dijo a la BBC la periodista, que es de origen afgano.

Shah contó con la ayuda de la Asociación Revolucionaria de Mujeres de Afganistán (RAWA, por sus siglas en inglés), que mantiene clínicas secretas y escuelas clandestinas para niñas.

"Desde el momento que crucé la frontera, sentí las restricciones impuestas a las mujeres", relató Shah.

Según su descripción, el velo que usó era tan grueso que apenas podía respirar y la malla existente al nivel de los ojos restringía su visión para cosas tan simples como cruzar una calle.

Si por casualidad se tropezaba y mostraba su rostro o sus tobillos, corría el riesgo de ser arrestada.

Una mujer que iba sentada a su lado en un automóvil se sentía muy mareada, pero incluso así no estaba autorizada a sacar la cabeza del velo para buscar aire, contó Shah

Como el Talibán prohíbe a las mujeres trabajar, muchas se ven forzadas a mendigar o a prostituirse para sostenerse a sí mismas y a sus familias.

Sin embargo, el documental también muestra el lado fuerte de las mujeres afganas.

Las militantes del movimiento de resistencia RAWA, por ejemplo, arriesgan sus vidas dirigiendo escuelas secretas que les dan a las niñas de Afganistán la posibilidad de educarse.



Puedes obligar a una mujer a cubrirse con un velo, pero estas tertulias de belleza son nuestra manera de mostrar que no han destruido nuestro espíritu
Mujer afgana
En las casas se resiste de otra manera. A veces, un grupo organiza animadas tertulias de belleza. Hasta pintarse las uñas está prohibido.

"Puedes obligar a una mujer a cubrirse con un velo, pero ésta es nuestra manera de mostrar que no han destruido nuestro espíritu", indicó una de las asistentes a estas reuniones.

Tres niñas

Además de las escenas cotidianas, el equipo hizo terribles filmaciones de una ejecución pública en un estadio de fútbol financiado por Occidente.

El documental muestra a una mujer que es arrastrada al centro de la cancha y obligada a arrodillarse mirando uno de los arcos antes de que se le dispare. La multitud que presencia el hecho reacciona con regocijo.

Shah y sus compañeros de trabajo también viajaron al noroeste de Afganistán, donde hay localidades que aún están en manos de la oposición.

Allí, los habitantes de la zona les describieron el asesinato de decenas de civiles. Un fotógrafo les mostró imágenes de un entierro masivo.

Tres niñas vestidas con trajes de colores brillantes les contaron cómo habían visto morir a su madre.

Su padre confirmó que no dejaron de llorar por semanas.

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