05 enero 2009

Hasta el 'moño' de ser una super-woman


La publicidad ha sido acusada, desde hace tiempo, de ejercer un trato inadecuado sobre la figura de la mujer, degradando su imagen social.

Últimamente los hombres se suman a la acusación diciendo que la publicidad busca el sensacionalismo, imprimiendo caracteres sexistas también sobre su imagen. Es cierto. Vienen a mi memoria por lo menos tres o cuatro anuncios donde se trata al hombre como un objeto desechable. Recuérdese aquel anuncio donde una mujer está llamando por teléfono para pedir «que lo cambien», que no «funciona» bien. Su pareja está con ella en la cocina, toqueteando una estupenda lavadora. Hasta ahí todo correcto. La persona que lo está viendo espera que aquellos fornidos señores que aparecen tras la llamada se lleven la lavadora, pero «lo que no funciona bien» es el marido. Y es a quien se llevan.

Reconozco que es un anuncio que impacta porque logra que se produzca un verdadero choque cognitivo entre lo que esperas y lo que sucede. Pero claro, a todas luces es una incorrección desde el punto de vista ético. ¿Vamos a ser menos sexistas si nos metemos con los hombres? No estoy de acuerdo con las hipercorrecciones. No se trata de eso. También es verdad que es uno de veinte. Veinte anuncios que ningunean a la mujer frente a uno que lo hace con un hombre. Pero eso no arregla nada. Más terrible es que se sigan ofreciendo modelos inadecuados de mujeres a estas alturas de la vida.
Estoy pensando en uno donde una mujer aparece en la cocina ofreciendo el desayuno a su hija y a su hijo, los lleva al autobús para que vayan al cole... Regresa a casa, se ducha, se pone «estupenda», sale a trabajar (en transporte público), llega a la oficina, allí es una máquina trabajando. Desde la oficina observa unas botas que le gustan y sale a comprarlas. Por la tarde, se va al gimnasio, para estar en forma Todo ello envuelto en la música de «embrujada» para decirte que usando ese desodorante eres una mujer increíble, que puede llegar a hacer maravillas.
Bueno, es que me canso nada más de pensar cómo le cunde a esta pobre el día. Entonces realmente me pregunto si no será mejor ser una mujer objeto que ser una super-mujer perfecta, equilibrada, guapa, que trabaja fuera y dentro de casa, que se hace cargo de sus hijos, que tiene tiempo de ocio, que hace deporte, que sonríe, que utiliza el transporte público (y tiene tiempo para todo). ¿Esos son los modelos que se pueden ofrecer?: ¿La perfección es el modelo que se debe ofrecer frente a la cosificación? ¿Por qué las mujeres tenemos que ser perfectas? Porque eso tiene efectos secundarios, sin duda: sentirnos culpables a la primera de cambio, sobre-exigirnos en nuestros trabajos, con nuestras relaciones, en nuestra vida pública y en la privada en muchos casos hasta llegar a hacernos enfermar. Estoy harta de esa violencia sutil que ejerce muchas veces la publicidad transmitiendo unos valores tan perversos. En fin, de lo que estoy segura es que, como Michele Fitoussi, estoy hasta el moño de tener que ser super-woman.

Trinidad Nuñez/PROFESORA DE LA UNIVERSIDAD DE SEVILLA.


1 comentario:

Ignacio Ortiz dijo...

Lo de hasta "el moño" me ha encantado, conociendote como te conozco, sé perfectamente lo que querías decir. Que sepas que te sigo,te persigo, aunque sea tu marido el que razonablemente te lleve al catre.

Aún no te he dicho nada este año, mañana entro a trabajar, ya nos iremos contando las cosillas, que no falten los chismes, me aligeran las mañanas.