07 enero 2009

Hamás como coartada

El ejército de Israel ha entrado a sangre y fuego en la Franja de Gaza en una de las luchas más desiguales de la historia de la humanidad y ejerciendo una crueldad imposible de imaginar en el gobierno de un país que se reclama civilizado.

Masacrando a la población civil con uno de los ejércitos más poderosos y sofisticados del mundo, Israel está inmerso en una guerra que no puede ganar porque será el comienzo de la siguiente, fermentada por una dosis extraordinaria del odio sembrado en los supervivientes de este nuevo Holocausto.

Pero esa es la dialéctica elegida por los sucesivos responsables de los gobiernos de Israel en los que es difícil encontrar un momento a lo largo de su historia en los que la paz se haya vislumbrado como objetivo. Probablemente la siguiente escalada es la provocación a Irán para terminar con una amenaza de la que ya tienen diseñada su ejecución.

Hamás es un pretexto perfecto para el Estado de Israel que prefiere la guerra a cualquier acuerdo que le haga volver a las fronteras primitivas y le obligue a convivir con la independencia del pueblo palestino. Y sus cómplices, por acción y por omisión, son el conjunto de los países occidentales y naturalmente los Estados Unidos de Norteamerica.

La maquinaria de esa poderosa influencia es el Lobby Judío Internacional. Quién se enfrentan a la política del estado de Israel pasan a engrosar una misteriosa lista de marginalidad para el futuro. Son declarados antisionistas porque repudian un política de mera revancha del Holocausto.

En todas las puertas que llame quien se haya pronunciado en esos términos, será respondido con una sonrisa y una negativa porque el mecanismo es el mismo de las sociedades secretas.

Por eso callan tantos intelectuales: porque saben que sus libros no serán difundidos por quienes sean susceptibles de ser presionados por ese lobby tan poderoso que permite la repetición invertida del Holocausto causado por las víctimas que los sufrieron convertidos en crueles verdugos.

Por eso el mundo entero asiste horrrorizado y en silencio a la barbarie de Israel. Porque la memoria del Holocausto ha sido utilizada con tanta perversión que se ha convertido en el instrumento de su repetición invirtiendo el papel de víctimas por el de verdugos.

A Israel le interesa la guerra porque la paz no le permitiría seguir planificando el ataque y la destrucción de Irán y el control de todos los enemigos que ha cosechado en la zona. Israel tiene que tener prisa porque ya ha perdido dos batallas difíciles de recuperar: la primera, el prestigio y el respeto como país civilizado: sus gobiernos, con los procedimientos de represión y exterminio del pueblo palestino sólo serán admitidos en la comunidad internacional en la medida en la que el miedo a cerrarles las puertas obligue a mantenerlas abiertas.

Y la segunda batalla perdida es la demográfica. Los palestinos tienen muchos más niños que los israelíes y nacen con el corazón infectado por el odio que siembra cada día el Tzhal con su espantosa maquinaria de aniquilación

Transcribo este artículo de opinión, que considero muy interesante, de uno de mis periodistas preferidos, Carlos Carnicero, del día 5 pasado en el que va desgranando las razones verdaderas de Israel en este nuevo ataque contra el pueblo palestino.

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