04 diciembre 2008

Suecia, pais pionero

Queremos niños, pero hay que cuidar a sus madres





Los países que más protegen a las trabajadoras tienen la natalidad más alta.
El permiso de maternidad es un invento sueco. Nació, en 1901, de forma no remunerada, pero ya en 1955 se fijó una baja maternal de tres meses con su correspondiente prestación económica. Paradójicamente –aunque siempre un paso por delante del resto de países–, ahora Suecia es el único Estado de la Unión Europea donde el permiso de maternidad es inferior –dura 10 días menos– al de paternidad.

Suecia, como España, forma parte de un continente viejo cuyas predicciones demográficas son escalofriantes: se estima que a la altura de 2030 la Unión Europea habrá perdido hasta 20 millones de trabajadores. La media de 1,51 hijos por mujer, 1,38 en el caso español, no llega al nivel de reemplazo generacional, fijado en 2,1 hijos. Y en un intento por elevar la natalidad sin que vaya en menoscabo del futuro profesional de las mujeres, la Comisión Europea propone ampliar el permiso mínimo por maternidad de 14 a 18 semanas, precisamente el tiempo recomendado por la Organización Mundial de la Salud para la lactancia materna.

Pero el paquete de propuestas también incluye otras medidas de protección a las madres trabajadoras. Por ejemplo, obliga al empresario a justificar por escrito cualquier despido producido no sólo durante la baja, como prevé la actual normativa, sino también en los seis meses siguientes. Los intereses de unos y otros países son muy diferentes. Hay bastante disparidad de criterios.

Compromiso del Gobierno

En España, el Gobierno inauguró la legislatura con el compromiso de elevar el permiso de paternidad de dos a cuatro semanas, y el de maternidad de 16 a 18 por el nacimiento del segundo hijo y a 20 en el caso del tercero. Parece ser que el «objetivo» del Gobierno es cumplir en el plazo previsto,aunque no han puesto fecha y la postura de España en el debate europeo: parece ser que es plantear que las medidas del paquete de conciliación vayan incentivando también la corresponsabilidad. Todo lo que sea estimular las ayudas a la maternidad para que las mujeres se queden en casa termina perjudicando la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres en el mercado laboral.

La declaración de la secretaria general de politicas de igualdad pone el dedo en la llaga. Porque si bien los datos indican que allí donde más se protege a las madres trabajadoras la natalidad es más alta –el subsidio destinado a las mujeres que dejan su puesto de trabajo ha hecho de Francia el país con la tasa de fertilidad más alta de Europa–, en la práctica, numerosos estudios indican que los permisos parentales –que suceden a las pertinentes bajas y que en España conocemos como excedencias– tienen efectos más negativos sobre el empleo femenino cuanto más largos son, cuanto menor es el nivel de prestación y cuanto menor es la implicación de los varones.

Según un estudio del Ministerio de Hacienda sueco, existe una correlación entre la generosidad de los permisos parentales y la segregación en el mercado de trabajo. De hecho, en los países nórdicos se ha creado un mercado sólo para mujeres formado por muchas empresas intensivas en mano de obra femenina.

La comprobación de que el permiso parental recae, casi en exclusiva, sobre la madre ha llevado a algunos países nórdicos a establecer cuotas «intransferibles» _–dos meses en Suecia y tres en Islandia– para cada uno de los progenitores. La Unión Europea alerta de la importancia de garantizar que estas licencias se concedan tanto a los hombres como a las mujeres, pero que, sobre todo, sean individuales y no transferibles.

En este tipo de argumentos se apoya la secretaria confederal de la Mujer de Comisiones Obreras, Carmen Bravo, para manifestar que la propuesta de Bruselas «tiene un sesgo sexista importante». «Dentro de las políticas de apoyo a las familias es mejor que desde los Gobiernos se creen recursos para la atención a la infancia que medidas que tengan que ver con los descansos en el empleo», sostiene Bravo.

Sin embargo, la presidenta de la Federación Española de Mujeres Directivas (Fedepe), Carmen Sanz, aplaude la propuesta comunitaria: «Seis meses es lo mínimo que una madre debería estar con su hijo, y eso no perjudica ni la carrera de la madre ni tampoco a la empresa. Si comparamos las bajas que se cogen los hombres por lesiones deportivas con las maternales, las mujeres salen ganando, es decir, faltan menos al trabajo».

En cualquier caso, es un hecho que, cuando la familia crece, ellos suelen afianzarse en su puesto de trabajo mientras que ellas se alejan. En la Unión Europea la tasa de empleo de las mujeres con hijos alcanza el 65,5% y la de los hombres se dispara hasta el 91,7%. Más datos; de los 34.816 españoles que pidieron una excedencia en 2007 para criar a sus retoños, el 95,7% era mujer. Por otro lado, de las 269.805 prestaciones económicas por maternidad que la Seguridad Social gestionó en los nueve primeros meses del año, sólo 4.218 fueron percibidas por el padre, que desde que entró en vigor la Ley de Igualdad tiene derecho a disfrutar 10 de las 16 semanas reglamentarias de la baja.

Consuelo León, investigadora del Centro Internacional Trabajo y Familia de la escuela de negocios IESE, no sataniza las excedencias, sino que es partidaria de incentivar la libertad «para que cada uno diseñe su trayectoria vital como quiera». Ahora bien, insiste en la importancia de la formación permanente para facilitar la vuelta al mercado. «Hoy por hoy, las mujeres tienen a los niños y ellas son las que tienen en sus manos el capital social del futuro. Por lo tanto, discriminación positiva sí, ¿por qué no?».


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